La noche nos pone vulnerables. Nos hace decir la verdad, nos saca los filtros, las vergüenzas, los temores. Esa fue mi excusa en ese momento.
O quizás no fue la noche. Quizás fui yo. Aunque nunca te lo dije. Quizás fue la emoción en el pecho que me provocabas. Quizás fue el cansancio. Quizás no decir lo que sentía me pesaba. O quizás fue que cosas como esas no sobran nunca. “Te quiero” te dije. A las doce y tres minutos. “Es el horario, perdón, la noche me hace mal” me excuse.
Pero uno no dice te quiero porque sí. La noche te hace decir la verdad, las cosas que tenes escondidas. No te hace mentir. Y vos sabías que no fue una mentira. Que te quería, y que lo hacía en serio. Que me daba miedo decirlo. “Yo también te quiero” me dijiste. Y fue un alivio. No quería sentirme sola en ese acto de sinceridad.
No quería que sea muy pronto, que te asustes.
Pero el amor no entiende de tiempos. No sabe cuando está bien decirlo. Y es que, ¿hay un momento correcto para querer?
El amor no entiende. Y no le interesa. No le importa si está bien o no.
Así que en ese momento nada me pareció más correcto que expresarlo, que decirlo, que soltarlo, que hacértelo saber: Que te quería y que lo estaba guardando hace mucho tiempo. Que te quería. Así, con el cansancio, el peso y con la vulnerabilidad que uno siente a las doce y tres minutos. 👉🏻 Más escritos como estos en solovineaexpresarme.blogspot.com
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